LA
BRUJA JUANA
(Leyenda de Chínipas, Chihuahua)
Me
han platicado a mí que allá rumbo a Sonora, pero todavía d’este lado en Chihuahua, que había
una bruja muy conocida que se llamaba Juana. La bruja Juana, le decían –explica
Samuel Mireles, un guía de turistas en las Barrancas del Cobre. Ella era
indígena, pero no tarahumara porque allá d’ese lado viven otros que no son
tarahumaras. No sé si era yaqui ella o warojío, pero cuentan qu’era una mujer muy conocida por sus
brujerías, porque sabía mucho de la brujería y que aprendió de sus gentes de
más antes. (Leyenda de Homero Adame.)
[…]
Este, no, la verdad no sé yo si era bruja de las que hacen brujerías o si era
curandera de las que curan, pero cuentan que mucha gente ib’hasta su tierra a consultarla. Se iban en el tren y allá en l’estación de Témoris seabajaban para luego caminar como dos
días seguidos hasta llegar a Chínipas, donde mero vivía la bruja Juana. Cuentan
que mucha gente llegaba de muchas partes, de acá de Chihuahua, de Sonora, de
Estados Unidos; de muchas partes llegaban a consultarla, sí.
Pero
usted ha de saber que eso de la brujería no trae nada bueno porque mucha gente,
y las autoridades también, no entienden bien y creen que las brujas nomásandan haciendo brujerías malas.
Entonces parece que a ella la mataron a garrotazos unos policías porque dijeron
que les había echado una brujería o algo así. (Leyenda de Homero Adame.)
Luego
se platicó que a los policías les fue de la fregada porque cuando estaban
golpeando a la bruja Juana que el Diablo mismo se presentó para defenderla a
ella; eso me contaron a mí que se platicó luego. Pero también dijeron que no
era el Diablo –eso lo inventaron los policías para justificar su crimen,
entiendo yo–, sino que fueron los espíritus que eran como los amigos de la
bruja Juana y esos espíritus quisieron defenderla, pero ella comoquiera se
murió de tanto garrotazo porque le abrieron la cabeza hasta que se le salió
toda la sangre. Pero a esos policías les fue peor porque me contaron a mí que
los espíritus los atormentaron pero muy feo hasta que se murieron ellos de una muerte
muy fea como a la quincena
El salto encantado
Cascada de
Basaseachi, "tierra de coyotes" en rarámuri.
“Ocurrió en
tiempos inmemorables, cuando el mundo estaba tiernito, antes de que llegaran
los españoles a esta tierra. Candameña era el amo y señor de la Alta Tarahuma.
Tenía una hija llamada Basaseachi, de extraordinaria belleza.
Muchos
aspiraban a ella y el celoso padre les impuso una serie de difíciles pruebas.
Cuatro de ellos las superaron:
Tónachi,
señor de las cimas; Pamachi, el de más allá de las barrancas; Areponápuchi, el
de los verdes valles; Y Carichí, el de las filigranas de la cara al viento.
Pero en la
última prueba que Candameña les impuso todos murieron. Basaseachi, desesperada,
se arrojó al abismo. Su caída se transformó en cascada por la poderosa magia
del brujo del lugar. Desde entonces su cuerpo no ha dejado de fluir por las
profundidades de la barranca. Nunca se supo de Candameña, la tristeza lo
invadió y desapareció, aunque muchos creen que su espíritu vaga por la barranca
buscando el cuerpo de su amada.
Rayenari y Metzaka: Luz
Creadora
El dios principal
Onorúame-Eyerúame, “el que es padre”, en su infinita bondad regaló a los
Tarahumaras el divino maíz para su supervivencia, pueblo asentado en el estado
de Chihuahua.
Onorúame-Eyerúame comprende en su esencia un elemento masculino:
Onorúame; y un elemento femenino, Eyerúame. Esta divinidad el padre-madre de
Rayenari, el Padre Sol, y de Metzaka, la Madre Luna; también tuvo como hijo a
Chirisópori, el Lucero de la Mañana; además de ser sus hijos, son parte
integral de su integridad divina. Onorúame-Eyerúame, deidad hermafrodita y
dual, carece de rostro; no es hombre ni mujer, no es bueno ni malo. Y no
se le puede representar.
Onorúame-Eyerúame creó la música, la danza, y las almas para que
los hombres pudieran conectarse con los dioses. Él dio nacimiento a los
torrentes de agua, a las montañas y a los abismos. Onorúame-Eyerúame creó los
pinos, los encinos y los álamos; así como los osos, lobos, pumas, nutrias, y demás
animales que forman el entorno de los Rarámuris. Les enseñó a venerar al árbol,
pues de ahí obtenían el fuego y la madera para fabricar los instrumentos que
emplearían en las ceremonias rituales. Cuando llevó a cabo su creación,
Onorúame-Eyerúame lo hizo cantando y bailando al compás del latido de Nuestra
Madre la Tierra, la cual lo acompañó haciendo de tambor.
Onorúame-Eyerúame, el Sol y la Luna, viven en el Cielo, junto con
su hermano Chirisópori el Lucero de la Mañana. El Sol cuida a los hombres
durante el día y la Luna por la noche. Los Tarahumaras les rinde pleitesía por
medio de cantos y danzas –entre las que destaca el Yumari, danza de carácter
sagrado y cosmogónico-, a través del sacrificio de animales, y ofreciéndoles y
bebiendo tesgüino (bebida de maíz fermentado al máximo para producir alcohol),
para mantenerlos contentos. A los dioses se les suelen dirigir las siguientes
palabras en las ceremonias rituales al Sol: Rayenari, tu eres el padre, te
reverenciamos cuando apareces en el horizonte, con todo tu poder, luz y calor,
llenas de brillo el mundo. Ya se ha ido a descansar, nuestra madre, la luma
Metzaka. Que es blanca y pura. Por eso sacrificamos borregas blancas, gallos
blancos y chivos blancos.
Cuando el Sol y la Luna, las dos fuerzas duales macho y hembra
eran dos niñitos, se vestían con una ropita hecha de palma, y vivían en una
cabaña que construyeron también de palma. Pero sucedía que el Sol y la Luna
estaban muy solitos, pues no tenían ovejas ni vacas. La única luz que recibían
era la luz que esparcía sobre la Tierra el Lucero de la Mañana, por eso estaban
enfermos de oscuridad. Cuando los dioses crecieron un poquito más, crearon a
los hombres que vivieron en las sierras formadas por el máximo dios dual. Los
hombres creados fueron delgados, altos, de ojos y pelo oscuro, y de fuerte
musculatura que les permitía correr grandes distancias. Vestían taparrabo y
camisa; y para que recordaran siempre que venían de una dualidad genérica,
llevaban en la cabeza la “Koyera”, cinta usada para
mantener el pelo en su lugar, es la prenda más distintiva del pueblo tarahumara
y la portan con orgullo hombres, mujeres y niños, con dos tiras colgando por
detrás que simbolizaban al Sol y a la Luna.
En los tiempos primigenios hubo muchos mundos que fueron
destruidos consecutivamente. Antes de la última destrucción, los ríos iban en
su continua marcha hacia el lugar donde nace el Sol, pero después cambiaron su
curso. Algunos tarahumaras creen que los osos se dieron a la tarea de formar el
mundo que hasta entonces era solamente un lugar lleno de arena.
Llegaron donde había muchas lagunas alrededor de un lugar llamado
Guachochi“lugar de garzas” sin embargo, cuando los indígenas llegaron al pueblo
y bailaron la Danza del Yumari –que aún se baila durante las festividades para
despedir al Sol y a la Luna- todo se puso en orden en la Tierra, y las rocas,
que eran chicas y blandengues, se convirtieron en duras, grandes y con vida
dentro de ellas. En estos tiempos, la Tierra era plana, las personas salían del
suelo y su vida duraba un año, transcurrido el cual morían, como si fuesen
hermosas flores de poca duración.
En ese lejano tiempo, había tarahumaras que no podían trabajar ni
hacer nada, debido a la oscuridad que reinaba por doquier. Tropezaban siempre
que caminaban y, para no caer y perderse, se tomaban de las manos. Estas
primeras personas decidieron curar de su oscuridad al Sol y a la Luna. Para
ello, mojaron unas cruces chiquitas con tesgüino, y con ellas les tocaron el
pecho a los dioses. En seguida, los niños-dioses comenzaron a brillar y a
expandir su maravillosa luz por toda la Tierra.
Hola me gusto mucho aparte porque tiene imágenes 😃😄
ResponderEliminarAmi tambien 🙋🏼♀️
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ResponderEliminarLas historias están muy buenas pero en unas partes no se dan a entender como el de la bruja Juana en unas partes no se dan a entender
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